Machu Picchu, caminando por los Andes Peruanos


Machu Picchu, declarada una de las 7 maravillas del mundo moderno es de las obras arquitectónicas más famosas e importantes para la civilización incaica y uno de los destinos favoritos y más visitados por turistas de todo el mundo. Y cómo no ser el favorito si derrocha una belleza que al menos mis ojos nunca habían visto.

Para poder realmente entender o bien apreciar más de este increíble destino, es importante conocer un poco sobre esta importante civilización, aunque es fácil encontrar información en internet y libros, jamás será lo mismo como estar parado allí y vivir la historia en cuerpo y alma.

Después de 25 horas de bus desde Lima finalmente había llegado a Cuzco, claro, me tomé varios días para disfrutar tan increíble ciudad, incluso coincidimos con la filmación de la película de Transformers, sin darme cuenta tenía a la par a Optimus Prime cuando fui al supermercado, las calles estaban abarrotadas, no pudimos mucho interés, Camilo y yo estábamos enfocados, así que nos tomamos el tiempo suficiente para investigar cuál sería la mejor forma y el día perfecto para ir a este increíble destino, no teníamos boleto de avión de salida así que podíamos planear lentamente. 


Me encantaría poder alardear que nos atrevimos hacer el famoso Camino Inca pero pecaría de mentirosa, creo que caminar 43km no era algo donde físicamente me sentía preparada, aunque no negaré que hubiese sido una experiencia demasiado increíble, tomando en cuenta que era casi una semana de caminata por senderos únicos, durmiendo en campamentos rodeados de naturaleza, aunque con ese frío bañarme lo hubiese agrado a mi lista de retos.

Después de un arduo research donde visitamos agencias de viajes para cotizar, habíamos tomado la decisión de ir por nuestra cuenta, pero sin tomar el famoso tren que es el único medio de transporte que nos llevaba a Aguas Calientes, el pueblo más cercano a Machu Picchu. 

Sin entradas, ni nada tan organizado nos lanzados a la aventura, habíamos escuchado que las entradas se tenían que comprar con varios meses de anticipación ya que las agencias acaparaban la mayoría, pero para los que viajamos sin tantos planes, pensar lo que haríamos la semana siguiente era casi imposible de saber, particularmente siempre me gustó fluir, dejarme llevar por el viaje.

Después de buscar el mejor día para ir en base al pronóstico del tiempo (no queríamos no ver nada como pasó a otros turistas). Tomamos nuestras mochilas y nos lanzamos a la aventura, así que desde Cuzco tomamos un bus semiprivado que habíamos contratado en nuestro hostal y que nos llevaría hasta el punto de caminata, Hidroeléctrica.

Fueron 7 largas horas subiendo y bajando montañas, los paisajes eran impresionantes, pues los indígenas, ríos, picos nevados, pequeñas caídas de agua que bajaban por los valles y su agua transparente atravesaba las carreteras por donde pasábamos, aunque en algún punto del viaje era inevitable no sentir mareo de tantas curvas y grandes precipicios que en el más mínimo descuido podríamos terminal en un final muy trágico, por suerte no fue así, aunque lo que si fue trágico fueran esas 7 horas de cumbia peruana, y se que algunos estarán de acuerdo conmigo cuando digo que es lo peor que escuché en mi vida. Pero haciendo por un lado la música, mis ojos no dejaban de maravillarse con tanta belleza.

Al llegar a Hidroeléctrica, iniciaba nuestra pequeña caminata de 10km por toda la línea del tren, y es que, aunque el tren lucí muy bonito, $60 USD por extranjeros en un recorrido se 20 minutos dejaba de ser atractivo, además, tenía demasiadas ganas de hacer este sendero impulsada por la recomendación de muchísimos viajeros que conocí durante mi ruta. 

Con mochila al hombro y con capas de plástico por la lluvia, empezamos a caminar, fueron muy pocas personas que se animaron hacerlo, todos extranjeros, y no me sorprende ya que para nacionales el costo del tren era únicamente $3 dólares.

Durante el trayecto me sentí como en una de las películas de Indiana Jones, al caminar se podía percibir que las montañas guardan un misterio único e irreal, el sonido del viento, los ríos, las gotas de lluvia hacían sentirme muy orgullosa de estar allí. Fueron 2 hrs y media hasta llegar al pueblo que nos acogería para descansar.

¡Teniamos entradas! Tuvimos mucha suerte ya que la mayoría de tickets son acaparados por las agencias de viaje, habías logrado conseguir en el mejor horario (6am) en pleno "Sunrise" (amanecer) y con derecho a subir a la montaña Machu Picchu, la más alta de 3 que rodeaban la ciudad arqueológica. 

Caminando por el pueblo, que por cierto era hermoso, resulta que habían buses que se tomaban desde allí  para llegar a la entrada, pero, en nuestro plan de querer hacer todo por nuestra cuenta, decidimos ir caminando. 4:30 am estábamos saliendo de nuestro hostal para llegar "tranquilamente" caminando, error, nos tomó casi 30 minutos para llegar a la primer garita y allí los policías nos informaban que nos llevaría 1hr 30 o 2 para subir y que ya íbamos tarde, así que empezamos a correr.

No lo podía creer, no era un sendero, literal todo gradas, era como escalar y con la presión del tiempo, no dejaba de sentirme arrepentida de no haber pagado los casi $30 de aquel bus, "quién me manda", frase que sonaba en mi cabeza por cada bendita grada que subía.

¡Lo logramos! En 1 hr y 15 minutos estábamos parados en la entrada principal del parque, obviamente me sentí poderosa, estar allí y ver una de las 7 maravillas del mundo había hecho que olvidara el dolor de piernas y los momentos en los que maldije por sentir que ya no podía. Tenía la "piel de gallina" y con lágrimas en mis ojos empecé a sentir una energía inigualable.

Señores, después de las muchas fotos, aún teníamos pendiente subir la montaña, para nuestra sorpresa 2 horas más de gradas, mis lagrimas de emoción se estaban convirtiendo en dolor. En ese momento pensé en la Piedra del Peñol en Guatapé Colombia, tal vez no viene al caso la comparación, pero pensé que no lograría subir las más de 700 gradas, me reí al darme cuenta que llegar a la entrada y subir la montaña Machu Picchu eran más de 4,000 aunque la vista 360 que tenía me había hecho olvidar todos los dolores que estaba experimentando, no quería regresar, desde allí podía apreciar toda la magestuosidad y lo bello del mundo.

El regreso... No daba más, mi cuerpo está crujiente, todo me tronaba, las rodillas las sentía inflamadas, incluso llegué a pesar que no lo lograría, había sido hasta el momento la caminata más difícil de toda mi vida, bajaba de ladito para amortiguar el golpe y mejorar el paso, no habíamos comido muy bien y nuestros estómagos empezaban a quejarse. Al llegar tiré los zapatos y me fuí por una ducha caliente, solo quería comer y dormir, por suerte ese día nos quedaríamos en el pueblo.

Terminamos esa aventura con nuestra caminata de regreso (ya me sentía mucho mejor pero muy muy dolorida), esta vez mientras recorríamos la línea del tren íbamos felices brindando con Cusqueña, la cerveza tradicional. En Hidroeléctrica nos esperaba el bus que nos llevaría de regreso a Cuzco, dormí plenamente en el bus sin escuchar la horrible música del otro día.

¿Volvería a repetir esa locura? SI, pero esta vez duplicaría mi esfuerzo al considerar hacer la travesía de los 43 km por el Camino Inca.



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