13 meses de viaje con un varsoviano


¿Se imaginan estar de viaje y pasar casi 24/7 por más de un año con alguien de diferente cultura, idioma, forma de pensar, etc.?.

Tenía algunas semanas en Medellín y era momento de cambiar destino, necesitaba alejarme un poquito de tan loca ciudad, me había reencontrado con Felipe, un chileno que conocí en Cartagena y que por cosas de la vida resultamos siendo amigos debido a algunas situaciones que vivimos en común. 

Feli necesitaba salir también así que me propuso viajar a Palomino, un pueblo con fama de "hippie" ubicado en la Guajira, costas caribeñas de Colombia, ya había escuchado antes sobre el lugar, así que nos organizamos, tomé mis cosas y emprendimos un viaje de 15 horas en bus hasta nuestro destino.

Llegamos cansadísimos a nuestro hostal, inmediatamente tomé ducha y me fui directo a las hamacas para relajar. A un costado de mi hostal había unas cabañas lindas, con acabados de madera y bambú, muy interesante lugar, en uno de esos bungalows residía un chico, quién con una gran sonrisa me saludó como si nos conociéramos de años, fue extraño ese primer contacto, lo saludé con una sonrisa algo forzada y un pensamiento de "este paisa que se cree", estaba casi segura que era colombiano de Antioquia por como lucía.

Por la tarde uno de los chicos que vivía en el hostal me presentó al personaje del extraño saludo, su nombre Kamil de Varsovia (capital de Polonia). Me quedé sorprendida de lo equivocada que estaba, nunca imaginé que fuera europeo, al escucharlo hablar con palabras muy básicas de español y un acento extraño me convencí que no era latino, hablaba además un fluido inglés y su idioma materno polaco ¡Qué extraño suena el idioma por cierto!.

Quién diría que cierta personita sería el protagonista de esta historia, creo que él tampoco se lo hubiese esperado, pero la magia del viaje hace que cosas sucedan (todo puede pasar, nada puede pasar). Yo estaba en un punto de mi vida dónde no me complicaba, dejaba que todo fluyera, conectar con la energía de las personas, disfrutar de los momentos y con una sonrisa decir "hasta pronto" cuando el momento de partir llegaba, claro esto no significa que despedirse no fuera difícil, siempre lo fue.

¡Sorpresa Andrea había regresado!. Andrea es una chica francesa que conocí en un voluntariado que hice en un pequeño pueblito de pescadores llamado rincón del mar. Después 2 despedidas, volvía a encontrarla así que yo estaba más que feliz de tenerla nuevamente 

Kamil y yo nos hicimos muy amigos, mientras él estaba cada día más enfocado en aprender español y practicarlo (al parecer resulté siendo buena maestra), junto con Andrea, disfrutábamos de cafecitos matutinos, empanaditas de vegetales, cervecitas, buenas charlas, vinitos nocturnos, largas caminatas por la playa para tomar sol y de muy buenos platos ¡Qué afortunada!, resultó que tenía buen gusto por la cocina así que solo me dejé consentir.

Al llegar a Palomino, el plan era quedarme un par de días, con Felipe estábamos pensando en hacer la travesía terrestre hasta llegar a Chile. A los pocos días Kamil me comenta que deseaba unirse a la aventura. Después de un tiempo viajando sola, ahora tenía compañeros de viaje.

Al fi al Feli decidió quedarse más tiempo así que el varsoviano y esta chapina emprendimos ruta, la idea era iniciar en las montañas de Minca muy cerca de Santa Marta, un poco de naturaleza para relajarnos y alejarnos de algunos dramas y que estaba consumiendo nuestra energía. Nos despedimos de Felipe con la promesa de encontrarnos en ruta, creo que ambos sabíamos que sería la última vez que nos veríamos, su buena energía, el tiempo que compartimos, nuestras profundas charlas y el infaltable "parche" en Medellín es algo que siempre recordaré.

A partir de ese momento recorrimos muchísimos lugares, tomamos aviones, buses, anduvimos en moto, a pie, pidiendo ride, subimos montañas, visitamos playas, selvas, lugares icónicos, múltiples atardeceres, comidas, bebidas, si tuviera que detallar todas las experiencias vividas, esta se volvería casi la "historia sin fin", nos cuidamos uno del otro, claro no todo lo que brilla es oro, viajar con una persona de otra cultura también implica dificultades, pasamos momentos muy difíciles, discusiones, malos entendidos, días en que queríamos matarnos y salir huyendo, el choque cultural fue duro y la barrera idiomática también, sin embargo siempre logramos solucionar todas nuestras diferencias, la amistad y el cariño siempre fue más fuerte.

Más que mi compañero de viaje, se convirtió en uno de mis mejores amigos, despedirnos fue una de las decisiones más difíciles que nos tocó tomar, yo debía regresar a casa después de casi dos años viajando, y él, seguiría viajando por américa latina con ahora un casi perfecto español, con un tattoo y piercing (siempre me dijo que le parecían feos) y es que cuando uno sale de casa jamás regresa pensando igual.

Al final esto no se trata de una historia de romance (por aclarar), si no el descubrimiento de lo que significa una verdadera amistad. A un año de seguir rutas diferentes y estar en constante comunicación compartiendo nuestras locas aventuras y dándonos consejos del corazón, solo me queda decir gracias Kamil por cuidar de mi durante todo el viaje, por abrir más mi mente con todo ese conocimiento brindado, por querer siempre que probara comidas nuevas (muchas preparadas por él) y sobre todo por el cariño incondicional.

Y así, vas construyendo memorias, conociendo personas, viviendo la vida y el presente, disfrutando los momentos, personas con quiénes compartí solo algunos días y otros con los que tuve la dicha de crear una verdadera amistad, regresé a casa, pero ahora siento que en realidad siempre encontré mi casa en todos los lugares que tuve la fortuna de visitar. 











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