Mi primera vez en una playa nudista
Ya llevaba un mes de viaje donde aproveché a visitar Costa Rica y Panamá. Justo después de aterrizar en el aeropuerto de Barranquilla, tomé un bus que me llevó a un pueblo poco turístico llamado Puerto Colombia, allí había encontrado a Lili y su familia que hacían Couchsurfing desde hace mucho tiempo y que tenían más de 200 recomendaciones positivas, si o si tenía que conocerlos.
Llegué a casa de mi anfitriona, no estaba sola, habían otros viajeros que alegraban el ambiente, Erica de Brasil quien llevaba algunos meses haciendo la ruta en bicicleta y Tino un chico Alemán apasionado del portugués y de la cultura Brasileña, ambos súper divertidos.
A los pocos días Erica continuó con su ruta en bici con la promesa de encontrarnos en alguna parte de Colombia, a Tino no lo volví a ver. Al poco tiempo llegó Dayuma, una chica de Ecuador, era primera vez que conocia una ecuatoriana, hicimos amistad rápidamente, ella era de carácter muy decisivo además era muy segura para viajar, eso me transmitió confianza, a lo que que pronto hicimos plan.
Nos despedimos de Lili y su familia, agradecidas por tanta hospitalidad. Con Dayu hicimos el plan de llegar a Santa Marta haciendo autostop (ride, jalón, a dedo). Con carteles en mano, bajo el sol y paradas en una carretera muy transitada, un camión se detuvo y nos llevó, el chofer resultó siendo un poco intenso sin embargo mi nueva compañera tenía experiencia en manejar a este tipo de personas, yo estaba allí tomando nota. A pesar que todo bien, creo que estás son las experiencias que por seguridad no me atrevería hacer sola sobre todo en América Latina.
Algunos días después, decidimos visitar el imperdible Parque Tayrona, una joya colombiana. A su ingreso información sobre las playas, entre ellas, había una nudista, no le puse mucha importancia ya que estaba enfocada en mi destino: Cabo San Juan. Yo no podía hacer grandes esfuerzos, mi pie aún no tenía la fuerza y estabilidad suficiente para hacer caminatas extremas, sin embargo me animé, a paso lento y seguro, Dayuma me acompañó durante la travesía, fueron un poco más de 3 horas en medio de la húmeda selva tropical para llegar al lugar donde pasaríamos la noche, una hamaca, pensé que sería incómodo, pero sinceramente dormí bastante bien, claro, dejando por un lado los gritos extraños a horas de la madrugada que hizo que todos despertamos asustados (al parecer habían sido monos).
El día siguiente, continuamos la caminata hasta Cabo, nos encontrábamos bastante cerca, 1 hora aproximadamente, aclaro, el tiempo de recorrido suele ser más corto pero mi caso era "especial" no quería forzar más mi pie, el cual ya empezaba a dar señales de dolor. Llegar a aquel lugar había valido cada bendito minuto, sudor y dolor, era un día bastante soleado ¡Era el paraíso! el color turquesa de aquellas playas era impresionante, después de disfrutar un poquito de tan maravilloso lugar, recordé que a tan solo 15 minutos se encontraba la playa nudista, la idea empezó a rondar por mi cabeza, ya estaba allí y porqué no ir, al final estaba contruyendo experiencias.
Mi compañera decidió quedarse y fue así como sola me fuí en búsqueda de esa playa "escondida". Cuando llegué no estaba tan llena como lo imagjnaba, habían un par de parejas y algunas chicas y chicos, grupos de amigos, todos desnudos totalmente, creí que habría algún tipo de control, pero nada, era una playa más pero de personas sin ropa, me quedé observando y después de pensarlo por unos minutos, me dije "ya estoy acá, sería tonto no intentarlo", así que poco a poco me fui quitando la ropa, fue un poco incómodo al principio pero luego esa sensación de confianza me hizo disfrutar de aquella primera vez.
Entendí que en las playas nudistas la personas van para sentirse en total armonía con la naturaleza y con ellos mismos, es crear una conexión, disfrutar de tu libertad, de tu cuerpo sin importar tabúes o estereotipos de belleza, estas personas en realidad no te ven con morbo, incluso cuando pasan a tu lado y ni si quiera te ven, mucho menos tener intención de tomarte fotos, es otro nivel de confianza contigo mismo y con los demás.
Después de haberme dado la oportunidad de saber qué se siente exponer mi cuerpo libremente y disfrutar mi desnudez en "público", decidí que no sería la última vez que haría algo así. Vivir ese momento me hizo "dar vueltas la cabeza", descubrí otro nivel de madurez, un paso más hacia la construcción de una mente más abierta, esa, que me ha permitido enfrentar mis miedos y disfrutar más de la vida.
Podría decir que a partir de allí inició mi gusto particular por el erotismo en un desnudo artístico, o la sensualidad reflejada en una fotografía boudoir, y no, no es llamar la atención, es romper con paradigmas en una sociedad machista, una lucha constante y desgastante, y es por ello que, el viaje te enseña a valorar y ver con arte y lo que otros ven con morbo y malicia.
Que gran publicacion!! La verdad me alegra que te sintieras así: libre, animada y lo mejor, motivada a repetir ya que significa que aprendiste algo y te gustó.
ResponderBorrarEn un mundo donde, lamentablente para muchos el físico es importante, siempre vamos a sentirnos observados incluso amenazados por un estereotipo.
Aunque no hagan nudismo como hiciste en esa playa, ánimo a todas esas personas que se sienten mal por su físico que huyan de la gente superficial y que les importa el físico solo para aparentar ser mejores
Hola Gill, que bonita experiencia,espero que escribas un libro sobre tus aventuras,haces que uno se traslade al lugar,bella fotos, siempre con cuidado
ResponderBorrarQue nervios, pero, si lo disfrutaste Perfecto, felicidades
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